¿Cómo se inicia la fiebre?
Se considera fiebre cuando al medir la temperatura del cuerpo bajo la axila esta supera los 37,2 °C o, 37,5 °C si se usa un termómetro oral. Esta alza de temperatura responde a un proceso natural del cuerpo.
Cuando nuestro cuerpo detecta la presencia de virus y bacterias invasoras, libera unos químicos llamados pirógenos, fabricados por nuestros glóbulos blancos.
Los pirógenos viajan hasta el cerebro, específicamente el hipotálamo. El hipotálamo tiene, entre otras funciones, el regular la temperatura del cuerpo. Al recibir los pirógenos, el hipotálamo sabe que debe subir la temperatura del cuerpo para luchar contra la infección.
Mediante el sistema nervioso autonómico, el hipotálamo orquesta ciertas funciones para subir la temperatura, como por ejemplo aumentar el tono muscular, provocar escalofríos y liberar epinefrina. Asimismo, contrae los vaso sanguíneos, para evitar que el cuerpo pierda temperatura.
¿Cuándo es peligrosa la fiebre?
Entre ciertas temperaturas, la fiebre es una potente aliada de nuestro sistema inmune a la hora de luchar contra las infecciones, aunque puede hacer que nos sintamos bastante mal.
Pero existe un límite en que el alza de la temperatura corporal puede dañarnos. En el caso de los adultos, el máximo de temperatura no debe superar los 40.5 °C. En los niños pequeños, ese limite es de 39 °C.
Si un bebé presenta fiebre, no importa si es baja, es necesario comunicarse inmediatamente con el pediatra, ya que su sistema inmune aún no está formado y es susceptible a dañarse con cualquier tipo de infección.
Igualmente, personas que estén inmunocomprometidas, o se estén recuperando de una cirugía, deben tomar en serio cualquier fiebre, ya que una infección podría dañarlos fuertemente o, es señal que algo anda mal en el postoperatorio.
Si tienes temperatura por sobre 38,5 °C, puedes reducir tu fiebre utilizando paracetamolo ibuprofeno. La aspirina no está recomendada y, por ningún motivo, debe administrársela a un niño.
En la mayoría de los casos, basta con ponerse cómodo, descansar y dejar que el cuerpo se encargue del trabajo duro: terminar con esa infección que nos está atacando.
Fuente: Ojo cientifico
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